Afortunadamente, cada vez son más los centros escolares que introducen dentro de sus programas educativos la formación de sus alumnos en inteligencia emocional, es decir, en el reconocimiento de las emociones y de los sentimientos para hacer así una adecuada utilización de los mismos.

Los niños y los adolescentes pasan tantas horas de sus vidas en los colegios que parece obvio pensar que también es el sitio adecuado para aprender a gestionar las emociones. Este aprendizaje está encomendado, en principio, a las familias, al entorno más afectivo y cercano. Sin embargo, éstas últimas están cambiando su configuración y en ocasiones sus funciones y, el desarrollo emocional, queda, a veces, descolgado de la educación familiar y se pide a las escuelas que tomen parte activa en este proceso. Por eso, la vida escolar va ganando en complejidad, ya que la sociedad está demandando de estas instituciones una formación a sus alumnos que incluya, no sólo lo académico, sino también un adecuado manejo de las emociones y una correctatransmisión de valores y destrezas para hacer frente a las diferentes etapas de la vida. Es lógico pensar que la educación emocional se asuma fuera de casa, ya que los niños y los adolescentes viven inmersos en un mundo donde relacionarse saludable y adecuadamente les ayudará a tener una vida más completa, segura y exitosa.

Desde el colegio se debe proveer a los alumnos de herramientas emocionales que les puedan ayudar a transitar las diferentes etapas de sus vidas de la mejor manera posible,siempre en colaboración con los padres. Esta es la perspectiva que algunos colegios han ido adoptando desde hace ya varias décadas.

En el Colegio Británico consideramos que hay una serie de actitudes y aptitudes que se deben favorecer, especialmente en los niños y adolescentes, para que logren ser emocionalmente inteligentes.