Las grullas de papel que nuestros niños elaboraron con sus mejores deseos de paz, ya lucen colgadas en el Monumento de los Niños a la Paz, en el Parque Memorial de Hiroshima. Con este precioso gesto, el Colegio se suma a la leyenda de Sadako Sasaki y las mil grullas de origami, como símbolo del deseo internacional de paz y de que tragedias como la de Hiroshima y Nagasaki no vuelvan a repetirse nunca.
Según una antigua leyenda japonesa, tu mayor deseo se hará realidad, si construyes mil grullas de origami. La grulla es el símbolo japonés de la paz, y origami, una tradición muy antigua en este país que consiste en plegar papel para conseguir diferentes formas. La tradición de las grullas de papel en la lucha por la paz se remonta a la II Guerra Mundial con la historia de la niña Sadako Sasaki, una de las víctimas de la bomba atómica. Ella tenía dos años cuando los bombardeos de Hiroshima y 9 años más tarde, desarrolló leucemia como consecuencia de la contaminación nuclear.
Creyendo que las grullas de papel plegables la ayudarían a curarse, Sadako empezó a doblarlas y siguió doblándolas hasta el final, pero el 25 de octubre de 1955, después de ocho meses de lucha con la enfermedad, falleció sin haber podido terminar su tarea. La muerte de Sadako desencadenó una campaña para construir un monumento para rezar por la paz mundial y el reposo pacífico de los muchos niños muertos por la bomba atómica. Más tarde, esta historia se extendió al mundo, y ahora, aproximadamente 10 millones de grullas se ofrecen cada año ante el Monumento de la Paz de los Niños.
Y, entre esos millones de grullas que llegan cada año, están las de nuestros alumnos de Primaria con sus deseos de paz y a favor de un mundo mejor, sin armas nucleares, donde ningún niño tenga que ser víctima de ninguna guerra.